31 May El acierto del perdón
Vivimos en una sociedad con los valores trastocados, donde importa más el tener que el hacer o el ser, más pendientes de la estética que de la ética. Por ello, se considera el error como algo que aleja del éxito, antiestético. Con estos condicionantes, el trato social que damos a una equivocación es perjudicial: se puede castigar, y además, muy duramente.
Errar es una realidad humana, directamente relacionada con la capacidad de perdonar, y de perdonarse. Sin capacidad de perdonar, tampoco podemos asumir un error, y este es un valor, el perdón, que no se fomenta mucho en ningún ámbito: ni en la vida, ni en la escuela, ni en la universidad.
Aprender a equivocarse supone también tolerar, y ese es un aprendizaje que dura toda la vida, porque todos vivimos fracasos en nuestra vida personal a lo largo de los años. Podemos experimentar fracasos en el trabajo, en nuestras relaciones de pareja, en la escuela, en el deporte… y aunque duelan, hay que tener capacidad de asumirlos y seguir adelante. Porque la alternativa supone dejar de hacer cosas por miedo a equivocarse de nuevo.[pullquote]Para aprender a equivocarse, hay que saber antes tolerar y perdonar[/pullquote]
Errar supone vivir experiencias emocionales intensas y desagradables. Experimentar sentimientos como la inseguriedad, la ansiedad, la incertidumbre, padecer estrés… algo que procuramos siempre evitar. Errar puede ser desagradable, pero no es una catástrofe. Más aún si propicia un aprendizaje, un cambio o una mejora en nuestras perspectivas. Si cuando se vive una contrariedad, la respuesta futura no es la parálisis, la pasividad, el miedo, sino el cambio de métodos o de objetivos, la vivencia del error cambia. Entonces se convierte en un motor de cambio y de aprendizaje, puede ayudar a aumentar los esfuerzos y el autocontrol. La clave está en ti.
Begoña Carbelo es psicóloga y profesora del Centro Univ. de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija
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