31 May Enseñar a descubrir
Alfonso López Quintás (1928) es impulsor de la Escuela de Pensamiento y Creatividad. Recalca que «no sólo los grandes genios pueden ser creativos» y ha desarrollado un método de fomento de la creatividad basado en ocho niveles de realidad y conducta.
P. ¿La creatividad es algo reservado a los genios? Ken Robison habla de que la escuela actual mata la creatividad. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
R. De ninguna manera. Esta fue una idea muy acariciada en los tiempos románticos, pero debemos superarla sin tardanza, porque frena la capacidad creativa de millones de personas. Es obvio que Mozart y Miguel Ángel fueron grandes genios y desarrollaron una ingente labor creativa. Pero eso no indica que sólo ellos puedan ser creativos.
La enseñanza escolar puede “matar la creatividad” si se limita a conseguir que los alumnos adquieran ciertos conocimientos y den cuenta de ellos en los exámenes. Urge fomentar un modo de enseñar por vía de descubrimiento. Esto se da ya en cuanto a las artes. ¿Por qué no en la ética, la literatura, la filosofía…? Es un método que exige más madurez a los profesores, pero es inmensamente más fecundo para los alumnos.
P. ¿Debería incentivarse la creatividad en la escuela? ¿Cómo hacerlo?
R. Sin duda hay muchas formas de promover la capacidad creativa. Por mi parte, dediqué mucho tiempo y esfuerzo a elaborar un método para conseguir que todas las personas puedan vivir creativamente en su vida cotidiana, aun no siendo genios. Este método revaloriza la vida cotidiana de cuantos, sin ser genios, queremos y podemos llevar una vida de alta dignidad y de gran fecundidad para otras personas. [pullquote]Debemos superar la idea romántica de que la capacidad creativa está reservada a los genios porque frena la capacidad de millones de personas[/pullquote]
El secreto de este método radica en dos actividades básicas: a) partir de la base de que crecer es ley de vida, y sólo lo podemos conseguir a través de la creatividad; b) descubrir que podemos vivir en ocho niveles de realidad y de conducta distintos, y de que sólo en los niveles 2, 3 y 4 podemos ejercitar la creatividad a través de “experiencias reversibles”. Declamar un poema, interpretar una obra musical, sostener un verdadero diálogo con otra persona… son experiencias reversibles. En ellas recibimos posibilidades para crear algo nuevo (por ejemplo, dar vida a una obra o a un poema). Esta forma activa de recibir posibilidades es la base de la creatividad humana; de las formas más sencillas de creatividad y de las más elevadas.
- Tú me invitas a dar un paseo contigo porque quieres desahogarte conmigo. Yo asumo activamente esa posibilidad que me brindas de colaborar contigo, y doy el paseo. He sido eminentemente creativo.
- El gran Beethoven solía pasear por el bosque vienés antes de componer. Decía que le inspiraba porque veía en cada árbol la huella del creador, y estimaba que un rayo de sol atravesando la copa de un árbol es lo más bello del mundo. Sentirse inspirado significa que recibía posibilidades expresivas, que él traducía inmediatamente al lenguaje musical; en concreto, a temas musicales, que se conectaban entre sí, luchaban, se complementaban y tejían el entramado de las distintas formas musicales, por ejemplo la sonata. Al componer, Beethoven era sumamente creativo.
- Una madre de familia, la más sencilla del mundo, crea con sus bebés la “urdimbre afectiva” que, según los mejores especialistas actuales, es indispensable para que se desarrollen normalmente como personas. Lo hace porque se esfuerza por fundar entre los suyos un clima de encuentro, con lo cual transforma la morada en hogar. Es eminentemente creativa.
P. Se tiende a identificar orden con seriedad y profesionalidad, creatividad con desorden y caos. ¿Es así o es una relación mucho más compleja?
R. Bien entendida, la creatividad nos ajusta a las exigencias más profundas del ser humano. Es posible que el ejercicio de ciertos modos de creatividad se coordinen difícilmente con las exigencias de una vida muy reglamentada. Pero muchas y muy valiosas formas de creatividad fomentan más bien el orden que el desorden. Por ejemplo en todo lo relativo al desarrollo de la afectividad. Este desarrollo es creativo cuando se entiende el amor como una forma de unión vinculada al encuentro y la amistad. El encuentro plantea unas exigencias: generosidad, fidelidad, cordialidad, comunicación amable… Cumplirlas es ajustarse al verdadero ordo amoris, que va vinculado al auténtico ordo rerum. El desorden en las relaciones afectivas no fomenta el amor; lo colapsa rápidamente.
P. ¿Es necesario incentivar el liderazgo en la educación? ¿Fomentar el liderazgo es lo mismo que incentivar el elitismo?
R. No. Ser líder es ser capaz de actuar como guía de uno mismo y de los demás; guía para lograr el encuentro y descubrir el ideal de la unidad y optar por él. Ésta es la forma más alta de creatividad que todos podemos y debemos alcanzar. Tal forma de creatividad nos procura excelencia personal, pero ésta no genera de por sí altanería alguna; al contrario, supone una actitud cordial, sencilla, colaboradora.
[pullquote]El liderazgo es la forma más alta de creatividad a alcanzar
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P. Cine, arte, música y literatura, ¿son los mejores transmisores de valores en la actualidad? ¿Cuál es la mejor manera de utilizarlos en la educación en valores?
R. La mejor forma de transmitir valores es ayudar a conocer por propia experiencia cómo debemos desarrollarnos como personas. Este desarrollo tiene dos hitos fundamentales: la realización del encuentro y la opción por el ideal de la unidad, unido al de la bondad, la justicia, la belleza. Al vivir ese desarrollo, advertimos enseguida que nuestro perfeccionamiento como personas nos exige transformar nuestra actitud ante la realidad: en vez de desear dominarlo todo y manejarlo para nuestros fines, debemos querer respetar, estimar y colaborar. Entonces subimos al nivel 2, el de la creatividad y el encuentro, y con ello se nos abren inmensas posibilidades de desarrollo. Al advertirlo, recibimos un gran impulso interior, que nos permite alcanzar cotas más altas.
Si son de calidad, las obras culturales –literatura, cine, arte plástico y música– nos sirven para ver de cerca los niveles de realidad y de conducta en que podemos movernos, y descubrir que ciertas actitudes nos llevan al encuentro y a la felicidad, y otras destruyen la posibilidad del encuentro y abocan a la destrucción. Tal descubrimiento nos pone alerta. De ahí el efecto catártico, purificador, de tales obras. En la escuela deben aprender los alumnos a analizarlas con la debida perspectiva, para descubrir las claves de una vida bien orientada y, por tanto, llena de sentido y felicidad.
P. Todo esto que ha dicho ¿lo tiene desarrollado en algunas obras y cursos?
R. Ciertamente. Por vía de orientación, destacaría los tres cursos online (www.epc-online.es) y tres obras: Descubrir la grandeza de la vida (Desclée de Brouwer, Bilbao), Cómo formarse en ética a través de la literatura (Rialp, Madrid), Poder formativo de la música. Estética musical (Rivera editores, Valencia). En esta última muestro que la música de calidad es infinitamente más que una noble diversión. Es una fuente inagotable de formación humana. Cuando lo vemos de cerca, vemos con toda lucidez que es un desperdicio injustificable dedicar tantas horas en las escuelas y en la vida privada a leer obras de literatura, oír música, visitar museos… sin reparar en el valor formativo de cuanto ahí acontece.
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