Salud y ánimo son dos conceptos mucho más relacionados de los que se creía, señala a esta revista el catedrático de Psicología de la Emoción y de la Motivación en la UNED, Enrique García Fernández-Abascal. Apostilla que «las emociones positivas activan nuestro sistema inmunológico. Una persona optimista se adhiere mejor a los tratamientos, a las prescripciones médicas, que una que se fija en los aspectos negativos. El pesimismo baja tus defensas y te paraliza por cualquier nimiedad. Las emociones positivas conllevan la liberación de opiáceos endógenos en las personas. En resumen, nos duelen menos las cosas. Sólo hay que analizar nuestras reacciones cuando sentimos un dolor de muelas, si lo sentimos cuando estamos fuera de casa, divirtiéndonos con un grupo de amigos, o nos ocurre solos. ¡Con los amigos sentiremos que nos duele menos!, por lo que este investigador cree que «el pensamiento positivo es clave para que las personas tengan una vida más satisfactoria y con menor nivel de frustración». El bienestar, la felicidad, cobra sentido en las personas optimistas, más activas, al alcanzar sus objetivos, sean grandes o pequeños. En este sentido, Fernández Abascal destaca (http://bit.ly/10nn10u), un estudio de EEUU que describió como los actores galardonados con Oscar vivían 2,5 años más que sus compañeros que sólo habían sido nominados. Y estos, a su vez, disfrutaban de mayor longevidad que los no seleccionados.