10 Nov Cine y fantasía en el CESAG
Autor: Pau Palanco
“El mundo del dibujo animado es el de la imaginación. Ningún dictador detenta tanto poder absoluto” —Walt Disney—
Una veintena de alumnos de tres años del colegio Madre Alberta (Palma) acudió a la Universidad a aprender cine. El cine tiene una gran influencia en la sociedad. En 1912, el primer crítico de cine, Ricciotto Canudo, lo denominó “el séptimo arte”. La gran pantalla es una unión inseparable de arte e industria: es en sí misma un producto. Ahora bien, si es de calidad, puede ser una obra de arte.
Más de veinte niños y niñas de tres años de edad de Madre Alberta ya han aprendido qué significa el séptimo arte. En vez de estudiar una asignatura obligatoria más, el centro ha optado por pedir a sus pequeños alumnos en qué desean profundizar. A algunos grupos les ha interesado saber más sobre los osos polares. A otros, sin embargo, les ha atraído el mundo del cine. Por esta razón, para poder penetrar en lo que han estudiado, los chicos fascinados por la gran pantalla acudieron en junio al CESAG (Centre d’Ensenyament Superior Alberta Giménez).
Desde pequeños los niños leen imágenes: cuentos, cómics, carteles publicitarios, televisión, etc. y las interpretan según su desarrollo cognitivo. La escuela infantil ha asumido la responsabilidad de sensibilizar el aspecto creativo y expresivo del niño, potenciar su espíritu de observación e iniciar el sentido crítico a fin de que la imagen no sea percibida pasivamente, sin ejercer ningún elemento de juicio sobre la misma.
Los chiquillos de Madre Alberta, con tres años, ya han visto varias películas de animación. De ellas, han aprendido y con ellas se han identificado. Sus héroes no son personas reales. A Pere y a Carles les gustan los films con coches. En cambio, a María y a Irene los de hadas. De mayor, Alfredo quiere ser Spiderman y Paula una Sirenita. Lucía, en cambio, anhela ser una princesa que cuide mucho a los animales, como su Barbie.
El grupo de infantes, después de hacerse fotos con sus profesoras y la directora del CESAG, acudió en fila y cogidos de la mano al plató habilitado para los alumnos del centro. Ahí se encontraron con todo aquello que les habían explicado en clase. Se pusieron unos cascos, ojearon por la mirilla de una cámara e, igual que en un examen, respondieron a las preguntas que Luís, un alumno de Comunicación Audiovisual, con mucha gracia, les propuso. Con tres años saben que la cámara graba la imagen, el micrófono el sonido y que las cortinas del plató son mágicas, ya que se convierten en lo que uno quiere cuando salen por pantalla.
Colocados en una impecable fila y después de interpretar un par de canciones, los alumnos acudieron al salón de actos y se acomodaron en las butacas. Lo que no se esperaban era que en vez de ver un largometraje de Disney, se contemplarían a ellos mismos en la pantalla. Las profesoras les habían preparado un vídeo de una excursión que habían hecho a Sa Cabaneta, un pueblo cercano a la ciudad de Palma de Mallorca. Los gritos de júbilo y los aplausos no cesaron hasta que finalizaron las imágenes. Incluso todos chilllaron a la vez: “otra otra otra”.
La segunda sorpresa fue la proyección de un vídeo que hizo Pablo, un alumno, con la ayuda de sus padres. Consistía en imágenes de él mismo en diferentes situaciones y estados de ánimo. Así aprendieron que el cine no es sólo de los ídolos. También ellos pueden ser protagonistas.
La visita al CESAG concluyó con una gran cantidad de globos. Las bolas de color llenas de aire ayudan a la imaginación y a la fantasía. Los globos pueden volar igual que Dumbo, Aladín, Batman o Superman. Y ya se sabe, surcar los aires siempre ha formado parte de los sueños de infancia. Este entretenimiento, como dijo la pequeña Irene: “sólo es para nosotros, los niños”. Aunque se puede ser niño y tener muchos años. Es un hecho que la fantasía tiene un poder muy especial: el de la imaginación. Esa postestad la justificó Walt Disney cuando le propusieron el cargo de edil: “para qué voy a querer ser alcalde, si ya soy el rey” .
Magdalena Rosselló
Estudiante de Periodismo del CESAG
Este artículo se publicó originalmente en la edición nº131 de Mater Purissima (noviembre 2008)
Sorry, the comment form is closed at this time.