Si le preguntaran a DiCaprio cuántas horas de ensayo necesitó para colocarse en el papel de su vida, probablemente su respuesta causaría el mismo estupor que inundará las paredes del Dolby cuando Scorsese coja la postura en su butaca para no levantarse ni a la restroom. Ni el viejo Henry con los suyos. Triste pero cierto. El viejo lobo ha vuelto a la carga con un ejército capaz de hacer temblar las infraestructuras de todas las historias de Nueva York. Y el responsable no es otro que el futuro ganador de la estatuilla, porque, ¿quién puede resistirse a poner a un sinvergüenza, golfo, canalla, borracho y drogadicto en su vida? El perfecto hedonista. La responsabilidad empieza y acaba en uno mismo. ¿Cuán responsable era el joven e ingenuo Jordan de sus acciones? ¿Hubiera llegado al éxito igualmente? Este viejo sabía de lo que hablaba. En tres horas, el espectador puede decidir con qué parte de su vida prefiere quedarse aunque, al final, se nos va de las manos. Cuando mi médico me recomendó esta película no era consciente de la maravilla que se escondía bajo un título que suena a Gangster. Gracias. ¿O era sarcasmo?

Título: El lobo de Wall Street. Director: Martin Scorsese. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Rob Reiner, Jean Dujardin, Jon Bernthal.

Sara Monge es estudiante del grado en Periodismo del CESAG. Artículo publicado en la edición número 148 de Mater Purissima.