Clara Pardo: «La educación es la herramienta fundamental para poner fin a la pobreza de millones de personas»

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Clara Pardo dirige desde mayo de 2016 Manos Unidas en España. FOTOGRAFÍA: JAVIER MÁRMOL

Desde mayo de 2016, Clara Pardo dirige Manos Unidas, ONG católica de ayuda al Tercer Mundo. Su última campaña denuncia la «terrible» realidad que una de cada nueve personas sufra hambre, cuando un tercio de los alimentos acaba en la basura. La crisis también afecta a la ayuda al desarrollo: «estamos lejos todavía de las cifras de antes». 2016 ha acabado con una ligera recuperación: los ingresos y las donaciones a Manos Unidas han crecido un 5%, hasta llegar a 47 millones de euros.

-¿Ha notado la crisis Manos Unidas en un descenso de socios y de aportaciones a sus campañas?
En el año 2016 en el horizonte comenzaron a apreciarse algunos signos de recuperación económica que, en lo tocante a nuestro trabajo, se tradujeron en un mayor compromiso en la lucha contra el hambre y la pobreza. Así, según datos provisionales, en 2016 los ingresos de Manos Unidas aumentaron un 5 por ciento, frente a 2015, hasta los 47,6 millones de euros. Las aportaciones provenientes del sector público se incrementaron algo más de 17 por ciento, respecto a 2015, mientras que los ingresos del sector privado, que representan un 85% del total nuestros ingresos, experimentaron un aumento cercano al 6 por ciento.

Pero, aunque, como he dicho, en el horizonte se atisban signos de recuperación, todavía estamos muy lejos de las cifras de recaudación de antes de la crisis. Apelo desde aquí a un mayor compromiso; millones de personas nos lo exigen.

– A pesar de todos sus recursos, lamentan no poder cubrir todas las peticiones de ayuda que les llegan desde los países en vías de desarrollo por falta de fondos. ¿Cuánto deberían incrementarse las aportaciones para cubrir el 100% de las peticiones que les llegan?
Nunca, mientras exista una persona que sufra hambre y pobreza, podremos decir que nuestro trabajo ha terminado, y desgraciadamente, todavía hay millones de personas que padecen estas lacras en el mundo. Nunca será suficiente mientras no cambien y desaparezcan las estructuras injustas que hacen prevalecer  estas situaciones.

-¿Los españoles se preocupan más ahora de los pobres de su propio país que en ayudar a los países del Tercer Mundo?
La sociedad española es generosa y solidaria. Si es cierto que la cercanía puede, muchas veces, mover más los corazones, pero también es cierto que la pobreza y la situación de los que sufren más allá de nuestras fronteras, nos duele. Lo que tenemos que conseguir es que se conozcan más estas pobrezas que no nos resultan tan cercanas. Y los medios de comunicación tenéis un papel muy importante, decisivo, en eso.

-Su última campaña contra el hambre denuncia que casi 800 millones de personas sufren hambre cuando un tercio de la producción alimentaria mundial se desperdicia. ¿Qué medidas habría que tomar en España y que ahora no se aplican para evitar este desperdicio de alimentos?
La pérdida y desperdicio de alimentos se produce en todas las fases de la cadena de producción. Empieza en el origen con malas condiciones de almacenamiento y transporte y por la “tiranía” de los estándares estéticos impuestos por los mercados con respecto al tamaño, color y aspecto del producto. Una vez llega a los supermercados, estos productos se encuentran con otros factores como son las distintas normativas sobre alimentos, los tratamientos inadecuados de los productos frescos o la información confusa de los etiquetados que dan lugar a la “retirada” de miles de alimentos. Y, por último, el desperdicio en los hogares, negocios de restauración… Es terrible que mientras que 1/3 de los alimentos que se producen acaban en la basura, una de cada nueve personas pase hambre. En cuanto a las medidas a tomar, no es fácil porque se trata de normas y regulaciones supranacionales, que requieren de la participación de muchos países. Aunque con medidas de presión e insistencia se han cambiado tantas cosas a lo largo de la historia, ¿verdad?

Pero sí que hay formas de cambiar de manera individual, adoptando compromisos personales, sabedores de que en la lucha contra el hambre es preciso actuar de una forma comprometida con el bien común, con la conciencia de que un cambio en nuestro estilo de vida puede mejorar la vida de muchos. Porque, para conseguir un mundo más justo y sostenible, es necesaria la participación de todos.

-¿Qué prioridades se marca Clara Pardo como nueva presidenta de Manos Unidas?
Mi prioridad está muy clara desde el principio:  seguir manteniendo el compromiso de trabajo por los más necesitados, porque tenemos una deuda con ellos y con esas grandes mujeres que hace casi 60 años decidieron declarar la guerra al hambre y plantaron la semilla de lo que hoy es Manos Unidas.

– Llama la atención su alta inversión en educación, casi una cuarta parte de los proyectos apoyados en 2015. ¿Por qué?

Efectivamente, en el año 2015 nuestra mayor inversión se llevó a cabo en el sector educativo, porque seguimos constatando la necesidad de apoyar, reforzar y mejorar la calidad de la educación y la formación profesional en muchos de los países donde este derecho fundamental no está aún garantizado. Para Manos Unidas la educación es la herramienta fundamental para poner fin a la pobreza que afecta a millones de personas. Concretamente, en 2015 se crearon, ampliaron o equiparon 116 nuevos centros educativos y 131 centros de formación profesional. Además, llevamos a cabo más de una decena de programas de alfabetización de adultos, facilitando así el acceso a la educación a más de 100.000 personas.

– Manos Unidas opta por un modelo de financiar proyectos que presentan desde los propios países. ¿Se hace seguimiento del resultado de sus inversiones y comprueban su impacto a medio y largo plazo?
Manos Unidas, gracias al apoyo de sus socios y colaboradores y su amplísima red de socios locales, trabaja para hacer frente al desafío del hambre y la pobreza a través del apoyo a cientos de iniciativas locales, iniciativas que surgen desde las Periferias, esas realidades de pobreza material y cuyo fin, con el apoyo de Manos Unidas, no es otro que contribuir a mejorar la calidad de vida de miles de personas que viven en condiciones de pobreza extrema y en riesgo de exclusión.

Manos Unidas lleva un seguimiento constante de los proyectos e iniciativas que apoya. Y, en la medida de lo posible, intentamos visitarlos cada año. Yo, que vengo de trabajar como coordinadora de proyectos en Asia, puedo asegurar que el impacto de ese trabajo en las personas es enorme. Los proyectos son, realmente, una herramienta fundamental para cambiar vidas.

– Hay quien critica a Manos Unidas diciendo que no parece una ONG católica porque destina muchos recursos a publicidad en medios críticos hacia la Iglesia y porque ayuda a musulmanes. ¿Qué les responde?
Nuestra misión es ayudar a nuestros hermanos más desfavorecidos, sean de la raza o la religión que sean. Nosotros solo miramos por el bien de nuestros semejantes: apoyamos al niño que sufre, porque los niños sufren igual sean católicos, musulmanes o animistas. Apoyamos a las mujeres que hacen lo imposible por sacar adelante a sus familias, sean cuales sean sus creencias. Colaboramos con hombres que trabajan para poder acceder a un futuro mejor. Con los que huyen de sus hogares por causa de la guerra, del hambre, de la pobreza… Y lo hacemos para evitar, precisamente, que tengan que dejar atrás toda una vida. En cuanto a la publicidad, Manos Unidas intenta que su mensaje llegue a todos los sectores de la sociedad, porque una de las mejores maneras de concienciar y sensibilizar a los críticos es, precisamente, dando a conocer un trabajo que quizá no conozcan bien.

-¿Manos Unidas apoya sólo proyectos de organizaciones cristianas o católicas? ¿Cuál es el criterio que siguen?
No, no, no; como he dicho anteriormente, Manos Unidas no hace distinciones de tipo religioso a la hora de apoyar proyectos. Nuestros estatutos así lo recogen: “(…)  Manos Unidas podrá actuar por sí misma o en cooperación y coordinación con otras organizaciones similares, y atenderá a toda víctima de los males antes citados, sin distinción de raza, sexo, país, ideología o religión”.

Vídeo de la Campaña 2017 de Manos Unidas

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