04 Abr Solidaridad con Zimbabue
“Hoy las alumnas de Deja Huella se reunirán en audiovisuales a la hora del recreo”. Ésta fue la frase que puso comienzo a nuestra primera misión en Santa Cruz de Tenerife. Cuando las manecillas del reloj apuntaron la hora indicada, sin pensarlo dos veces nos apresuramos a ir al lugar de reunión para conocer la esperada noticia: una escuela recién construida en Zimbabue requería de ayuda para obtener materiales escolares. Y ahí estábamos nosotras, un grupo de jóvenes con ansias de ayudar, fuera donde fuera.
El tiempo del que disponíamos no era demasiado, pues tan solo en dos semanas debía ser realizada la recogida de materiales, pero si algo hemos aprendido en Deja Huella, es que si se trabaja en equipo y con ilusión, todo se consigue.
Así, organizamos un reunión en la que, con unos cuantos trozos de cartón y muchas pinturas de colores, construimos materiales gigantes donde los demás alumnos y profesores pudieran colocar el material recaudado.
Durante la semana de campaña, no solo recibimos ayuda de aquellas personas que de forma directa nos veían trabajar, sino que también de vuelta a casa o de camino al colegio, nuestros amigos, familiares e incluso vecinos miraban con curiosidad nuestras manos cargadas de bolsas, y después de escuchar lo que pretendíamos hacer con tanto material, se ofrecían, sin pensarlo dos veces, a ayudar.
En los recreos y tiempos libres de clase tampoco faltaron manos amigas, y esa disposición en todo momento fue lo que nos permitió completar a tiempo nuestra misión. Así, la tarde del viernes 23 de marzo, hicimos nuestro último esfuerzo para terminar de afilar, limpiar y empaquetar lo que muchos habían aportado: ceras, cuadernos, mochilas, lápices… En cajas, fuimos introduciendo los materiales, y apilándolos en la maleta del coche que los llevaría al puerto, lugar donde empezaría un largo trayecto hasta llegar a su destino: Zimbabue.
Ahora que nuestra primera experiencia ya ha tomado forma, nos queda agradecer a aquellos que sin conocer nada sobre esta joven familia, nos han tocado a la puerta, y con las manos extendidas nos han ofrecido aquello que ha formado una montaña de motivos de inocentes sonrisas: una montaña de materiales que viajará a otro territorio, y que una vez aterrice en tierra firme, hará llegar parte de nuestro esfuerzo a otras personas.
Como bien saben aquellos que nos han visto trabajar o incluso tú que nos estás leyendo, nosotr@s, l@s misioner@s de Deja Huella, apenas hemos empezado.
Pero la ilusión que se refleja en nuestros rostros es suficiente para saber que queremos continuar pisando el camino que hemos empezado. Un camino del que al comienzo no conocíamos su forma, sus condiciones… Pero del que estamos segur@s que queremos seguir construyendo.. Y en el que sin duda: Queremos seguir dejando huella.
Fotografías: Patricia Muñoz
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