«El exceso de información se utiliza como mecanismo de censura»

Fotografía del profesor Jorge Franganillo (UB)

Jorge Franganillo, profesor Profesor e investigador de la Facultad de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona, alerta de las consecuencias de «vivir inundados de información, pero carentes de la que nos permitiría realmente controlar nuestra vida». Franganillo ha sido entrevistado para la edición nº153 de Mater Purissima y aquí tenéis sus respuestas completas a las preguntas planteadas.

 

MÁS INFORMACIÓN, EN NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL, ES IGUAL A MÁS LIBERTAD? ¿HA PERDIDO VIGENCIA LA CITA DE QUE ‘LA INFORMACIÓN ES PODER’ AL HACERSE TAN UNIVERSAL EL ACCESO?
Es cierto que la información es un recurso valioso, aunque el valor no le es intrínseco. Es un recurso muy abundante y por ello nos conviene organizarla, porque gestionar información es la manera más tangible de gestionar otros recursos (tiempo, atención, conocimiento, dinero) que sí son intrínsecamente valiosos.
Nos enseñaron que una sociedad desinformada no es libre y, por lo tanto, no es feliz. De ahí que asociemos más información a más libertad, pero lo cierto es que la abundancia de información es más perjudicial que beneficiosa. La información es un recurso valioso, pero en exceso es asfixiante y resulta difícil de procesar.
No por tener más donde elegir tenemos más libertad ni estamos más satisfechos. La vida cotidiana nos ha sumergido en un sinfín de opciones, en un catálogo tras otro, y nos ahoga en el océano de posibilidades que pone a nuestro alcance. Esta situación lleva a una insatisfacción continua, a un estado de estrés y ansiedad que deteriora nuestra calidad de vida y que confunde nuestra visión sobre la realidad que nos rodea.
Tener más opciones, pues, no nos hace más libres ni más satisfechos, ni nos convierte en los únicos autores de nuestra existencia. Al final, más es menos: vivimos inundados de información, pero carentes de la información útil que nos permitiría realmente controlar nuestra vida. Por lo tanto, no necesitamos disponer de mucha información, sino de aquella verdaderamente relevante en el momento oportuno.

 

¿DEBEMOS CONTROLAR NUESTROS TIEMPOS DE USO DE LOS MEDIOS (TV, E-MAIL, MÓVIL, WEB) PARA PODER FILTRAR MEJOR LA INFORMACIÓN? 
Internet y la actividad multitarea asociada, que nos hace atender al mismo tiempo al web, a las diversas redes sociales y a la mensajería instantánea, está deteriorando nuestra capacidad de concentrarnos en la lectura de textos largos. Cuando encendemos el ordenador o el teléfono móvil nos llegan impulsos por todas partes; todo son interrupciones constantes.

Esta actitud de saltar de un sitio a otro, de leer mensajes brevísimos que se lanzan sin pausa, tiene una capacidad de distracción enorme y nos está abocando al pensamiento superficial. Internet fomenta la multitarea, pero dificulta la concentración hasta tal punto que, para muchas personas, leer textos y artículos largos se ha vuelto una tarea demasiado ardua, con lo cual la tan cacareada sociedad del conocimiento queda rebajada a una mera sociedad de los contenidos.

La multitarea nos aleja de la reflexión, nos incapacita para profundizar en la información y, por lo tanto, nos deshumaniza. Nos limita la libertad como individuos y nos crea la falsa sensación de que resolvemos muchas tareas, cuando en realidad tanta interrupción nos vuelve ineficientes en nuestras obligaciones.

Un estudio reciente llevado a cabo en el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo afirma que la memoria a corto plazo, nuestra memoria de trabajo, se ve inhibida cuando la mente está expuesta a las redes sociales, porque la sobrecargamos y entonces el cerebro no tiene los descansos que necesita para consolidar la información que asimilamos.

 

¿QUÉ HABITOS CREES QUE AYUDAN A UNA MEJOR GESTIÓN DE LA INFORMACIÓN? ¿LA TECNOLOGÍA, IGUAL QUE HA PERMITIDO ESTA EXPLOSIÓN INFORMATIVA, NOS AYUDA A DIGERIRLA?
Cuando buscamos soluciones es fácil pensar en la tecnología. Y es cierto que la tecnología nos ayuda a ser más productivos, pero ni siquiera los sistemas más sofisticados pueden combatir el exceso de información. La información continuará creciendo con más rapidez que nuestra capacidad de gestionarla. Aparte, la tecnología, en lugar de darnos más tiempo libre, nos presiona para hacerlo todo más rápido. Y nos estamos acostumbrando: aceptamos que hemos de convivir con este problema.

El alud de información que recibimos cada día lo podemos gestionar mejor si establecemos prioridades. Hemos de acotar qué temas nos interesan: para poder informarnos adecuadamente hemos de centrar la atención en pocas áreas y procurar que estas sean lo bastante concretas. Para mantenernos al día, pues, hemos de establecer unas líneas de interés lo bastante específicas.

Además, hemos de conocer bien las fuentes de información: hemos de saber adónde acudir para encontrar la información adecuada. Y debemos tener espíritu crítico y cuestionar cualquier impulso que recibamos. Para poder metabolizar la información que nos llega sin cesar, en la gestión personal de la información nos conviene ser muy restrictivos.

¿CÓMO CREES QUE CAMBIA LA ESCUELA Y LA COMUNICACIÓN ESTA EXPLOSIÓN DE INFORMACIÓN?
Para combatir el problema de la sobreabundancia informativa, la escuela debe fomentar el espíritu crítico y debe ayudar a sus alumnos a moverse por las aguas de la información y a ser selectivos en la construcción de su conocimiento y en su crecimiento personal.

Internet es un océano de información, pero la tendencia natural de los niños a la distracción constante les impulsa a navegar en aguas poco profundas y a leer de un modo muy superficial, sin una mirada crítica. Se dice que la red es una gran ventana al conocimiento, pero también es un espacio lleno de información falsa o inexacta, de rumores malintencionados y de bulos disfrazados de noticias. La escuela juega un papel clave porque puede enseñar a sus alumnos a valorar la calidad y la fiabilidad de la información.

 

¿QUÉ PAPEL Y QUÉ VALOR Y FUTURO TIENEN EL PAPEL DEL COMUNICADOR Y DEL EDUCADOR EN ESTA SITUACIÓN?
El periodismo posindustrial ha supuesto una revolución en dos sentidos.Por una parte, donde antes había escasez, ahora hay un exceso de información; se está vendiendo agua a quien se está ahogando. Y por otra, la gente ha recuperado el control de la información que antes estaba en manos de los grandes medios. Los periodistas ya no son los únicos en posesión del altavoz; ahora tiene voz cualquier persona conectada.

En ocasiones, el exceso de información se ha utilizado como mecanismo de censura porque ayuda a ocultar información que resulta incómoda. En democracia, la censura funciona precisamente por asfixia: se ofrece tanta información que se pierde la noción de lo necesario e importante. Es una forma moderna y encubierta de censura que no consiste en suprimir información, sino en sobreinformar para disimular y esconder. Las consecuencias políticas son nefastas porque el aturdimiento informativo incapacita a los ciudadanos para la asimilación, la reflexión y la crítica. Es un mecanismo de control y, como tal, es un peligro para la democracia.

Y es también un mecanismo de manipulación: emitir un caudal incesante de informaciones e interpretaciones diversas y contradictorias bloquea la capacidad crítica de los destinatarios, que entonces adoptan una actitud defensiva o indiferente. En muchas reuniones los líderes usan esta técnica de lanzar un exceso de documentos e informaciones para desorientar y extenuar a sus seguidores, que aceptarán con alivio cualquier conclusión o propuesta de acción.

La sobreabundancia de información nos ha llevado incluso a ejercer lo que el activista Eli Pariser llama “autopropaganda”. Efectivamente, según la teoría del refuerzo, muchas personas tienden a consumir contenidos que refuerzan su ideología y sus puntos de vista porque quieren autoafirmarse, más que adquirir información nueva. Los editores de noticias lo saben y han adaptado los medios digitales en consecuencia. Así, potencian la personalización y adecúan la oferta informativa a los gustos y preferencias que cada persona manifiesta tener. Pero con ello filtran el acceso a otros contenidos también relevantes. El problema subyacente es que, sin saberlo, somos víctimas de un filtro invisible que nos oculta informaciones que podrían ampliar nuestra visión del mundo.

 

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