¿Uso saludable de las pantallas?

La pandemia ha venido a acelerar la digitalización de nuestro mundo. El uso de pantallas digitales se nos ha impuesto para casi todo: vamos a un restaurante y el menú está en un código QR, necesitamos solicitar cita en la Administración pública y solo nos queda la opción online, vamos a volar y tenemos que rellenar un formulario digital de sanidad, etc. Se nos han multiplicado las necesidades de conexión, y a la necesidad se suma la del ocio y entretenimiento que, sobre todo en los niños y jóvenes, es también digital.

¿Qué hacemos? ¿Nos rebelamos y vamos contracorriente del mundo? Para eso tendríamos que irnos a vivir a otro planeta. El mundo entero se ha digitalizado. Quizás más o menos, según el grado de desarrollo económico, pero en todas partes se está produciendo la misma realidad. No nos queda más que, a chicos y grandes, aprender a usar las pantallas de modo saludable. Y esta reflexión es la que pretende ofrecer este número de la revista.

Ante los retos de esta nueva realidad, los padres, madres y educadores en general, se dan cuenta de que su nuevo papel como mediadores de la tecnología con sus hijos reclama la necesidad de formarse. Son mayoría los que quieren saber más sobre educación digital y la gestión de pantallas. Los peligros están cada vez más estudiados, sobre todo la dispersión o pérdida de concentración, la pérdida de memoria, la ansiedad por la espera de un «me gusta» o un nuevo mensaje en las App de mensajería, el miedo a perderse algo nuevo, el consumo del tiempo sin control, la dificultad para conciliar el sueño, la inestabilidad emocional a merced de las interacciones, el bajo rendimiento académico como consecuencia de todo esto, la inseguridad de los datos o de la propia imagen, el ciberacoso, etc. La cuestión es: ¿existe algún método para evitar estos problemas? La respuesta es afirmativa, pero no es fácil.

[pullquote]No podemos vivir al margen de la realidad tecnológica que viven nuestros niños y jóvenes[/pullquote]

Para empezar, la edad ideal para comprar el primer móvil propio, según los expertos, son los 16 años. Sin embargo, la mayoría de los padres cree que son los 10 años. Y la realidad es que en España el 90% de los niños entre 10 y 14 años de edad cuenta con un teléfono móvil de última generación incrementándose al 95% entre los jóvenes entre los 15 y los 17 años de edad. El problema se agudiza cuando estos niños y jóvenes no tienen ningún control parental sobre el tiempo ni los contenidos que consumen. Otro problema es que a estas edades se aprende sobre todo del ejemplo y los propios padres/madres son los primeros «enganchados» a las pantallas digitales. Lo suyo sería un plan familiar para el entorno digital con límites claros. Y asegurarse de que el comportamiento de los niños y jóvenes en el mundo digital es el mismo que en el mundo presencial. A ser posible, crear en casa entornos y tiempos libres de tecnología para todos. En el reportaje, que invito a leer, profundizamos más en estos aspectos.

Lo cierto es que ni padres/madres, ni educadores podemos vivir al margen de la realidad tecnológica que ellos viven. Y cuanto más se impone la digitalización, más debemos formarnos para poder ayudarles a encontrar el equilibrio necesario para su salud física, psicológica y espiritual. Lo malo no es la tecnología, sino el uso que podemos hacer de ella. Pero este uso está en nuestras manos si reflexionamos, nos informamos y aprendemos sus riesgos y límites para que podamos seguir creando ciudadanos más humanos.


Xiskya Valladares. Doctora en Comunicación. Licenciada en Filología Hispánica y Másteres en Periodismo y Dirección de Centros Educativos

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