16 Jun Emilia González: COVID-19, del desconcierto a la acción y el servicio
Fotografía: @geraltyichen (unsplash.com)
A mediados de marzo iba a encontrarme con un grupo de hermanas jóvenes en Madrid. El tema del encuentro, el discernimiento. Mi primer momento de contacto directo con las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 fue cuando me avisaron desde la comunidad de Roma que no podrían viajar, ni tampoco salir del país. Todavía no podía imaginar el alcance de los contagios, las consecuencias en nuestro día a día.
Al inicio, el sentimiento predominante fue el desconcierto: ¿qué debemos hacer? ¿cómo debemos actuar? ¿cuánto tiempo vamos estar así?
En los centros educativos en los que ha sido posible –tanto de América como de España–, todos sus miembros han hecho grandes esfuerzos para realizar su tarea de manera virtual. Ha sido decisivo el acompañamiento y las orientaciones de los Equipos de Comunicación de la Congregación. Los Equipos Directivos de los colegios se han esforzado para organizar a los profesores, acompañarles y poder ofrecer materiales y cursos por internet. Los maestros y profesores han utilizado las nuevas tecnologías para dar clase a sus alumnos y han puesto toda su creatividad al servicio de su labor educativa. En los lugares en los que no se han podido organizar las clases por Internet, se han preparado tareas y actividades que se vienen a recoger al colegio.
Los Equipos de Pastoral, mediante la preparación de las oraciones de la mañana en redes sociales y de otras iniciativas, han sabido crear una gran conexión entre todos los centros de la Pureza. Han acompañado en la distancia a todos aquellos que el Señor nos ha confiado, y han conseguido llegar a muchos más.
En mis contactos con las hermanas, he palpado los deseos de atender a las personas y de responder a sus necesidades. Ya desde el inicio, varios colegios entregaron sus impresoras 3D para fabricar pantallas protectoras para el personal sanitario. También aportaron guantes y materiales diversos.
En la República Democrática del Congo y en Camerún se ha interrumpido por completo la labor educativa, no así la sanitaria. La sensibilidad social de las hermanas les hizo moverse rápido para conseguir fondos y contar con medicinas y material sanitario para el hospital de Ngovayang y los dos hospitales de las Misiones de Kafakumba y Kanzenze. La ayuda ha sido otorgada por Manos Unidas, Mallorca Missionera y por la Fundación Recover. ¡Gracias!
Otra gran preocupación ha sido la situación del personal de servicios de nuestros centros. En algunos han podido seguir con su trabajo de modo reducido y pautado. En otros, han tenido que interrumpirlo totalmente. Sabemos que esto provoca una inseguridad y una incertidumbre en tantas familias que colaboran con nosotras, y esperamos que, en breve, podamos reanudar las actividades.
A pesar de esta situación tan incierta, las hermanas nos hemos unido más en torno a Aquel que nos ha convocado: Dios. Hemos intensificado nuestra oración comunitaria, pidiendo por tantos que sufren en la soledad y a causa de la enfermedad. Algunas comunidades se han organizado para preparar comidas para personas sin hogar, otras han colaborado con Cáritas o con personas cercanas, y han atendido a hermanas mayores o enfermas..
En este tiempo de confinamiento, toda la gran familia de la Pureza celebra los 150 años de la entrada de nuestra Fundadora, Madre Alberta, en el Real Colegio de La Pureza. Este día fue especial. Agradecimos al Señor el regalo de esta mujer: Madre Alberta. «Ardían las Redes», decía Josep Serrano, presidente de MFA. Oramos, cantamos y al final, fue una sorpresa poder ver a casi todas las hermanas de la Congregación por el Meet. La distancia se acorta, la alegría se hace grande, las lágrimas ruedan por el rostro de algunas, el Carisma se expande, y como no puede faltar la Madre, poniendo el corazón en los labios, se canta: ‘Bendita sea Tu Pureza’.
Al final sólo nos queda decir con el Salmo: «el Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres» y seguir orando (y ayudando, en la medida en que podamos) por todas las víctimas de esta terrible pandemia.
Emilia González, rp, es superiora general de Pureza de María
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