24 May Gracias por intercesión de Madre Alberta
Madre Alberta está presente en todos nuestros viajes, pero, de una manera especial, sentimos su intercesión en nuestro pasado viaje a la R.D. Congo, a finales de septiembre y durante el mes de octubre de 2018. En una ocasión, una de las ruedas del coche todo-terreno empezó a fallar; nos paramos en medio de un bosque y nuestro chófer con la ayuda del otro chófer de las hermanas, empezó a desmontar la rueda, a golpearla y a intentar arreglarla. Si el problema era grave, no podríamos continuar el viaje y habría que esperar hasta que pudieran traernos una pieza de recambio. Eso implicaba esperar varios días, pues estábamos lejos de cualquier población grande o pequeña. Así que nos bajamos del coche y, bajo el sol, nos pusimos a hacer la novena a Madre Alberta. Rezábamos con confianza pues nuestro único deseo era llegar pronto a visitar a nuestras hermanas. Después de trabajar durante un rato, los chóferes nos dijeron que podríamos continuar. Así lo hicimos contentas y agradecidas a Madre Alberta.
En otra ocasión, teníamos que atravesar un río muy caudaloso subiendo el coche a una plataforma que, guiada por un cable y unas manivelas, pasa de una orilla a la otra. Mientras esperábamos en la orilla, nuestro chófer subió el coche a la desvencijada plataforma. Al llegar a la otra parte, la plataforma no encajó bien y quedó una distancia entre la rampa de bajada y la rampa de cemento de la orilla. El coche se quedó atascado en la arena del río y, cuánto más aceleraba para llegar a la rampa, más se hundía. Observábamos la escena a lo lejos, sin poder hacer nada. Así que decidimos ponernos a rezar y a pedir por intercesión de Madre Alberta. Terminamos la novena y, gracias a unos chicos que empujaron el coche, éste logró salir y pudimos continuar nuestro viaje.
En nuestro reciente viaje a Venezuela, febrero de 2019, le pedimos a Madre Alberta que nos acompañara, pues eran días en que se preveían marchas y manifestaciones. En las maletas llevábamos medicinas, material escolar y cosas que nos habían pedido las hermanas; temíamos que nos las abrieran y nos quitaran algo. En el control de equipajes, al salir del aeropuerto de Maiquetía, a mucha gente le hacían abrir las maletas. Nosotras nos encomendamos a la Madre y pasamos sin ningún problema nuestras seis maletas.
HH. Emilia González y Elisa Anglès
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