«Los valores no se imponen, se contagian»

Rosa María Belda Moreno, escritora y médico

Rosa María Belda Moreno combina en su trayectoria el ejercicio de la medicina con el compromiso social. Fue secretaria general de Cáritas en Ciudad Real y coordinadora nacional del Área de Acción en los Territorios de esta organización, participando en programas de atención a mayores y de ayuda a mujeres o afectados por drogodependencias. Máster en Bioética por Comillas (2003) y en Counselling, apunta en su interés por la ética la búsqueda de «una visión completamente diferente de las cosas. Ir a la esencia, articular vida y decisiones no en base a conveniencias, sino a fundamentos sólidos».

¿LOS VALORES PUEDEN SER IMPUESTOS?
Los valores no se pueden imponer. El mismo concepto tiene un contexto cultural muy importante. Varía según donde vivas. La libertad, por ejemplo, puede ser vista de forma diferente, con muchos matices, que unos pueden ensalzar más, y otros menos. Pero los valores no se transmiten por imposición, sino por puro contagio, como si fuese un proceso de ósmosis, donde la persona los asume progresivamente y por propia elección. Un ejemplo claro de ello se ve en cómo los adoptan los niños. Con paciencia, acompañándoles, dando ejemplos. Los valores pueden constituirse en un motor de la persona, en el sentido de que ligan principios y acciones, y permiten que las personas hallen un sentido en sus decisiones, de forma que sienten que viven la vida de forma más plena. Por tanto, tienen mucho que ver con el propio concepto de la felicidad. Pero no funciona, de ninguna manera, el dicho de que «la letra con sangre entra». El proceso se forma en función del ser. Tomar decisiones éticas, de acuerdo a tus valores, supone responder a preguntas básicas: ¿quién quiero ser? ¿qué es lo que me hace ser? Una respuesta buena que te conecte con esto, contigo mismo, te va a permitir ser una persona mucho más auténtica, que dispondrá de una mejor comunicación consigo mismo, y en consecuencia, también con los demás.

Tomar decisiones éticas te conecta mejor contigo mismo, te permite ser una persona mucho más auténtica, y con mejor comunicación con los demás

CONFRONTAMOS HABITUALMENTE RAZÓN Y EMOCIÓN. ¿ESTÁN TAN SEPARADOS COMO PENSAMOS?
En ocasiones, lo que llamamos razón en realidad son razones con las que argumentamos lo que sentimos. Para una buena toma de decisiones, para ganar capacidad de discernimiento, conviene ser muy consciente de ellos. Sin sentimientos no podríamos vivir. De hecho, los propios valores también se asocian con sentimientos, no son entidades abstractas. Hay que ser consciente de ellos para poderlos encauzar. Sin capacidad para identificarlos, para ponerles nombres: miedo, celos, inseguridad, no podemos ser plenamente conscientes y libres en la toma de decisiones. La identificación de los sentimientos nos hace conectar con nuestra vulnerabilidad y permite pulir su influencia. Permite tomar decisiones no sólo por intuición. Esto supone un ejercicio de práctica diaria. San Ignacio de Loyola lo expresaba de una forma muy gráfica, aplicando a todo lo que hacía la siguiente pregunta: «¿a dónde voy y a qué?». Es una reflexión pertinente: discernir no implica una garantía de que dejes de equivocarte. La vida no es previsible y una vida sin errores es imposible, no sería humana. Mucho depende de cómo asumas tus equivocaciones, ¿fustigándote y culpabilizándote? Hay otras formas de hacerlo: el error forma parte del aprendizaje y tus equivocaciones te muestran que sigues aprendiendo. Discernir no es una receta para dejar de equivocarse, sino para tomar decisiones en conciencia y dotar de sentido de responsabilidad a aquello que haces, que es algo muy distinto.

PERSONAS, ESTADOS… ¿NOS MOVEMOS POR VALORES O POR INTERESES? ES UNA CITA COMÚN DECIR QUE EN RELACIONES INTERNACIONALES, LOS PAÍSES NO SE MUEVEN POR PRINCIPIOS, SINO POR INTERESES.
Es un camino de ida y vuelta. ¿Se puede ir por la vida siendo meramente utilitarista, haciendo siempre lo que creo que es más conveniente para mí, sin importarme los demás? No es sostenible. Siempre te pillarán en algún fraude. Tampoco podemos ser kantianos, exclusivamente principalistas. El camino a seguir para ser fiel a unos principios implica estar también dispuesto a asumir sus consecuencias. Los valores no son neutros. Estas consecuencias,que pueden cambiar nuestras impresiones iniciales, se enfrentan también con valores.

Un código de conducta pensando sólo para ponerlo en el escaparate, sin que implique un compromiso real ¿funciona? ¿Un papel mojado sirve de algo?

¿DISCERNIR, DECIDIR ÉTICAMENTE, ES ALGO QUE SE PUEDE HACER SOLO?
Hay un momento individual que no te quita nadie, pero también deben existir momentos compartidos, de acompañamiento. En el modelo de la espiritualidad ignaciana, el discernimiento exige aclarar, separar la paja del trigo, e incluye la figura del acompañante. Es un ejercicio que permite conectar contigo mismo. Pero para hacer posible que no me engañe a mí mismo, es necesario poder compartir mis dudas e inquietudes con alguien, que comparta mi visión, y que señale posibles incongruencias , contradicciones. Esto es más fácil de percibir desde fuera. Un buen acompañante no dirige, sólo ayuda a ver. Finalmente, la dirección y la decisión deben ser las propias. El discernimiento para tomar decisiones éticas es un método no sólo para creyentes. En mi caso, me lo ha enseñado la fe, pero es valioso para todos, porque existe un punto de encuentro común, que es el universal de los valores, que une a personas con creencias religiosas y a aquellas que no las tienen.

MUCHAS EMPRESAS CUENTAN CON SUS PROPIOS CÓDIGOS DE CONDUCTA, PERO ESO NO IMPIDE QUE SURJAN PERIÓDICAMENTE ESCÁNDALOS. EL ÚLTIMO, EL DE VOLKSWAGEN, CON LA MANIPULACIÓN DE EMISIONES CONTAMINANTES. ¿SIRVEN PARA ALGO?
Dependen de cómo se hagan. ¿Han tenido participación todos o es algo impuesto por la dirección, para cubrir un expediente? A las empresas se les reclama desde hace muchos años que su actuación, además de dar beneficios, esté de acuerdo con unos principios éticos. Pero un código de conducta pensando sólo para ponerlo en el escaparate, sin que implique un compromiso real ¿funciona? ¿Un papel mojado sirve de algo? La misión y los valores que dice asumir una empresa deben ser compartidos, por lo que los buenos códigos éticos deben estar fundados en procesos que cuenten con la participación de todos, para hallar la conexión entre lo personal y lo comunitario. La ética en las empresas es un proceso dinámico, constante.

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