28 Feb Un amor auténtico es abierto y asertivo
Está claro que abrirse a otro es exponerse y volverse vulnerable. Y esto siempre da miedo, tendemos a protegernos, sobre todo cuando se trata de los más sagrado de nosotros mismos que es nuestra intimidad. Pero también es verdad que muchas veces que hemos decidido dar ese paso al frente, nos hemos descubierto como los seres más felices del planeta. Innegable que, como seres relacionales, es en el encuentro y conexión con los otros cuando nos sentimos más satisfechos.
Pasemos al plano de la fe y las creencias. Hablamos de diálogo con no creyentes, pero pensando siempre en los grandes líderes religiosos o en los filósofos representantes sociales, etc. Y resulta que en España, según los últimos estudios, el 47% de la población se considera no religiosa. Significa que a diario nos estamos topando con una gran cantidad de personas sin fe en Dios. Y lo que es mejor, estamos trabajando con ellas, son nuestros amigos, incluso nuestros familiares. Y por supuesto, dialogamos con ellas. Ese diálogo es ya algo normal en la sociedad en que vivimos. Es inevitable. Y lo que sí experimento es que el hecho de que sea enriquecedor o no, no depende de la ideología ni de la religión, sino de la profundidad y madurez de lo que hablamos. Cuanto más abierto, sincero, y respetuoso, más nos cuestiona en aspectos comunes propios de todo ser humano que nos permiten crecer o no como personas. Esto es a fin de cuenta lo grandioso. Porque no tratamos de imponer criterios, ni ideas, sino de reflexionar y enriquecernos juntos, contagiándonos aquello de positivo, esperanzador, iluminado de cada uno, sin perder identidad propia. [pullquote]Nos unen muchas más cosas, pero nos bloquean nuestros miedos[/pullquote]
Estoy convencida desde hace tiempo de que en la humanidad, lo que nos une es mucho mayor que lo que nos separa, pero nos bloquean nuestros miedos que nos impiden abrir diálogos más sinceros, honestos, en los que no nos importe ser vulnerables por haber abierto el corazón. Por eso una de nuestras preocupaciones es que en nuestros colegios surjan personas profundas, de gran caudal humano, capaces de sentarse con criterio y apertura ante el que piensa diferente y poder disfrutar del diálogo.
En relación con esto, tratamos también el tema de saber decir no sin ofender. Quizás otra asignatura pendiente porque forma parte de esa gran asignatura de la educación emocional que tanta falta nos hace a todos. Saber decir no está relacionado con la propia autoestima y la seguridad en uno mismo. Me ha costado comprender que saber cuidarse es cuidar también de los que te rodean y de los que quieres. Las tensiones acumuladas por no saber decir no, son mayores de lo que podemos imaginar. Son tensiones que luego nos pasan factura o se nos escapan del modo menos apropiado. Decir no sin violencia y sin sometimiento es todo un arte que se puede aprender. Pero que comienza ante todo por tener claro que no podemos amar a otro si no nos amamos a nosotros mismos. Sería imposible crear diálogos auténticos y enriquecedores sin que supiéramos decir que no porque estaríamos creando relaciones falsas. Aprenderlo no es tan sencillo, pero es posible.
Y más cuando se trata de niños. El amor nos hace vulnerables pero la asertividad le da un grado importante de autenticidad necesario para seguir creciendo.
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