Nuestro ayer es siempre origen de nuestro presente

A la mayoría nos gusta comer turrones por Navidad, recibir regalos el día de Reyes, sentarnos a ver el álbum de fotos familiares, guardar algún objeto de nuestros bisabuelos, saborear ciertas comidas en fechas señaladas, visitar belenes y que se enciendan las luces de Navidad por las calles… Tradiciones vivas, pasados hechos presentes, que consideramos un valor y nos gusta conservar.

Pero la tradición no está precisamente de moda, muchos dicen que no, que el tiempo pasa y hay que avanzar. También es verdad. No guardamos todo lo de nuestros antepasados porque no podemos vivir anclados en el ayer. Hoy ya nadie va al río para lavar, las amas de casa ya no acuden a la fuente del pueblo para recoger el agua, ni los hombres llevan sombreros y pipas por la ciudad, ni se construyen las casas y los puentes igual que antes. El tiempo pasa y todo evoluciona, es ley de vida, y es bueno que sea así. Sin embargo, el pasado, la historia, nuestro ayer, de alguna manera siempre es origen de nuestro presente y esconde palabras, objetos e ideas que entrañan mensajes importantes para nosotros, tan importantes que muchas veces nos constituyen como personas.

No somos seres autosuficientes, no podemos construir un futuro sino es desde el presente, y cada hoy es sólo una prolongación de un ayer

 Qué difícil sería hoy  alcanzar la cultura actual sin todos los libros y las enseñanzas orales heredadas desde la antigüedad. Mucho más difícil nos sería conocer a Jesucristo y tener fe en Él si nadie nos lo hubiera transmitido. No somos seres autosuficientes, no podemos construir un futuro sino es desde el presente, y cada hoy es sólo una prolongación de un ayer. Por eso, de vez en cuando, no está mal acudir al baúl de nuestras tradiciones y volver a recordarlas, a lucirlas y a revisarlas. Algunas son la materialización de un afecto, otras la conmemoración de un evento significativo y especial, otras el tesoro de la sabiduría y los valores que queremos conservar, custodiar y revivir para enriquecer después con nuestras pequeñas aportaciones. Porque es verdad que hoy somos la historia viva del presente pero, según sea nuestra vida, mañana también nosotros podríamos ser algo de tradición.

Gracias a cada uno por la historia que vamos haciendo juntos. Desde toda la tradición heredada en nuestros Colegios y Comunidades, tenemos la dicha y la posibilidad de continuar esta gran familia de Pureza de María, agradecida a su pasado y, a la vez, innovadora e ilusionada por un futuro siempre mejor.


Xiskya Valladares

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