19 Nov La familia de Jesús, familia de todos
Fotografía: David Beale (Unsplash.com)
El Oratorio va siendo vivido por los niños como una nueva familia en Cristo, experiencia inicial de Iglesia. Por la presencia de la Familia de Nazaret (icono de la humanidad re-creada y paso a la Comunidad-Iglesia) los conflictos y carencias familiares de los niños pasan a segundo término al verse iluminados y curados por la Palabra, por el Amor, por la Revelación y por experiencia de la Paternidad de Dios. Bendicen la vida y dones recibidos en la familia y esperan lo que les falta. Los padres que son alcanzados por el espíritu del Oratorio, se vuelven de corazón a sus hijos para hacer viva la Paternidad-Maternidad de Dios. Esta conjunción Familia-Iglesia-Colegio asegura una madurez feliz y fecunda de la infancia.
¿Cuál es la relación Oratorio y familia?
La experiencia que tenemos es que el Oratorio es una luz para la familia, en la medida en que la alegría y el gozo que los niños experimentan, el amor de Dios y el amor que ellos le tienen, sorprenden a los padres, que aprenden a respetar y cuidar la experiencia del niño y les lleva a buscarla también para ellos.
Tenemos muchos casos de padres que han recuperado la fe gracias a los niños. Conocemos pocas familias que hayan “pasado” de la experiencia de los niños, lo cual ha sido un sufrimiento para ellos. En estos casos los niños han sido ayudados a comprender la reacción de los padres y han aprendido a quererles así, sin exigir otra cosa.
La vivencia de los niños en las reuniones sobre “La Familia de Nazaret” les ha llevado a desear que su familia sea igual, a rezar por ella, a ser ellos “como Jesús”, con la esperanza de que sus padres sean también como José y María. Ha habido padres y madres que, por lo que han visto en los niños o al venir al Oratorio a ver o colaborar, han confesado que el Oratorio les ha enseñado a ser padres, ya que en éste se hace presente el Amor según Jesús, un amor que es “alegría, paz, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí…” (Gálatas 5, 22).
Otra experiencia que viven los niños es el descubrimiento de que además de la familia (Iglesia doméstica) hay una nueva familia en Cristo: La Iglesia. Lugar este donde aparece “sensiblemente” la paternidad definitiva, estable, siempre amorosa de Dios Padre; donde la Trinidad entera actúa: Jesús como hermano y camino al Padre, el Espíritu como un Amor nuevo. Muchos niños encuentran en el Oratorio todas las expectativas familiares que tienen en su corazón, porque han sido creados para eso, y no lo acaban de ver en su familia. Las carencias familiares quedan curadas por la paternidad de Dios, la fraternidad de Jesús. En Él todos somos compañeros amigos y hermanos.
De ahí la importancia de que la familia viva con el colegio lo mismo que los niños viven.
Este artículo de Gonzalo Carbó, escolapio, se publicó originalmente en la edición nº131 de Mater Purissima (noviembre 2008)
Testimonios de varios niños de 3º de Educación Primaria sobre los Oratorios
La hermana cogía la Biblia y habría una página y nos leía un trocito cada vez. A ver si me acuerdo de un trocito… a ver que piense, ¡ah sí! Allí donde haya dos o tres reunidos en mi nombre allí estaré yo en medio de ellos.
En el Oratorio soy feliz. Pido por todos los que están enfermos. Y a mi me gusta mucho saber cosas de Jesús y también me gusta rezar. Cada vez me estoy acercando un poquito más a Jesús. Y me gusta cantar canciones de ti. ¡Te quiero Jesús!
En el Oratorio, cantamos, rezamos y hablamos de Jesús. La hermana nos leía un trozo de la Biblia para que nos acerquemos a la Primera Comunión. Rezamos el Padre Nuestro, cantamos canciones. También rezábamos por los niños que no pueden ir a la escuela, que no tienen comida, que no tienen ropa… Tenemos que dar gracias a Dios por ir al colegio, por tener una familia y por vivir con comodidades.
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