11 Jun Becas Europa: una aventura universitaria
Mi aventura comenzó el día en que las tres tutoras de 2º BAC me presentaron junto a otras dos alumnas un proyecto llamado Becas Europa. Todo lo que sabía sobre él era que estaba organizado por la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), sobre la cual nunca había oído hablar, para estudiantes preuniversitarios, que consistía en un viaje por las más prestigiosas universidades europeas y que si quería intentar formar parte del mismo, el primer paso que debía dar era presentar una candidatura por medio de una carta y siguiendo las pautas mencionadas. No era demasiada información, pero para mí fue más que suficiente. Recuerdo que casi antes de que terminaran de explicárnoslo, yo ya dije que sí, que quería formar parte.
Parecía una locura hacerse ilusiones: que de entre tantos buenos alumnos de toda España fueran a elegir sólo a 50, y que entre ellos fuera a estar yo, parecía algo imposible, casi como un sueño, sueño que al final, por suerte, se hizo realidad.
El proceso de selección tuvo dos fases: de la primera, fuimos elegidos 180, que pasamos un fin de semana increíble en la UFV, como segunda fase del proceso, el cual fue muy decisivo, pues de aquí seleccionaron a los 50 “becarios Europa”.
Escuchando conferencias, participando activamente en debates por grupos, dando lo mejor de nosotros en una gymkhana, conviviendo en el Colegio Mayor y por medio de actividades pensadas para hacernos perder la vergüenza y mostrarnos tal y como éramos, empezamos a aprender cómo podíamos vivir la Universidad.
Nos enseñaron lo importante que era que nos comprometiéramos con la misma, para lo cual primero debíamos conocer lo que ella podía llegar a ser; debíamos entender que “no hay que pasar por la universidad”, sino que hay que vivirla, hay que formar parte de ella.
Hicieron que nos planteáramos preguntas como “¿qué tiene que ver el universo en que vivimos conmigo?, ¿para qué estoy yo aquí?”. Nos hicieron ver que tampoco podemos pasar por la vida siendo un arquitecto, un profesor o un ingeniero sin más, que no es poco, sino que tenemos que entender la vida. El mundo es un lugar muy complejo y uno, además de ganarse la vida, debe dedicar parte de la misma a entenderlo.
¿Quién puede cambiar el mundo si es que el mundo se puede cambiar? Sin duda, el universitario, esa persona que, para empezar, tiene 5 años de su vida sólo para entenderlo. Nos hicieron creer que cambiar el mundo, convertirlo en un lugar mejor, podía dejar de ser una utopía y convertirse en algo real, con mucho esfuerzo, por supuesto; aunque por experiencia puedo decir, que aplicarlo a la práctica es bastante más difícil de lo que dicho en simples palabras bonitas puede parecer.
Al hablar de las primeras universidades nos explicaron que la universidad que hoy conocemos, no es la que debiera ser. Para recuperar su esencia había que ir a sus orígenes, recordar dónde y cómo nace la Universidad, con qué sentido, cuál era su misión. De aquí el porqué del viaje que realizamos en septiembre.
Recorrimos Alcalá de Henares, tuvimos una recepción con sus Altezas Los Príncipes de Asturias, un encuentro con Manuel Marín en el Congreso de Diputados, un almuerzo en la sede de la Comunidad de Madrid; visitamos Bolonia, Roma, tuvimos una Audiencia con el Papa y un coloquio con Francisco Vázquez en la Embajada en el Vaticano; conocimos Heidelberg (Alemania) y la sede que la OTAN tiene allí, incluso pudimos disfrutar de una carrera de Fórmula 1 en el Circuito Spa en Bélgica; visitamos Praga, donde además asistimos a una ópera; París, con su historia y su arquitectura explicada de la mano de un arquitecto de la propia universidad, y su clase magistral de cocina en Le Cordon Blue; Oxford, donde vivimos el ambiente universitario de primera mano alojándonos en el Trinity College y, por último, Londres, donde visitamos Las Casas del Parlamento y La Cámara de los Lores, acudimos a un musical e hicimos la representación final de las distintas Asociaciones Universitarias que por grupos habíamos tenido que ir creando y desarrollando a lo largo del viaje como parte del programa, entre otras cosas.
En definitiva, debo admitir que han sido 20 de los mejores días de mi vida. Becas Europa para mí ha sido y, con suerte seguirá siendo, gracias a un nuevo proyecto que tienen en marcha en la UFV, “La Escuela de Liderazgo”, una experiencia inolvidable y enriquecedora al cien por cien, por todo lo que he aprendido, por todos los lugares que he visitado, por toda la gente maravillosa que he conocido y por lo mucho que me ha ayudado a crecer y a conocerme a mí misma. Y termino con una frase que constantemente nos repetían en el viaje: Tempus Fugit! (el tiempo vuela). Así que más vale aprovechar cada segundo como si fuera el único, como si fuera el último.
Este artículo de Leire Corral, ex alumna de Pureza de María Bilbao, se publicó originalmente en la edición nº130 de Mater Purissima (junio 2008)
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